Paraguay,
la tierra, el campesinado.
El problema central del Paraguay es el de la tierra. En
el marco de un proceso permanente y progresivo, las estadísticas disponibles ya
mostraban que era el país de América Latina con la más alta
concentración de la propiedad de la tierra en manos de unos pocos. En el otro
extremo, la gran mayoría de la población campesina carece de ella.-
Además, es por todos aceptado, aunque las conclusiones que
se sacan de ello son ciertamente disimiles, que la absoluta mayoría, sino la
totalidad, de los grandes latifundios paraguayos son producto de la apropiación
ilegítima e ilegal de tierras de la nación por particulares. Proceso que
comenzó apenas terminada la guerra de la Triple Infamia y
que no se ha detenido hasta hoy.-
Las luchas del campesinado paraguayo para defender ese
patrimonio del avance de la apropiación capitalista concentrada hicieron que el
concepto de Reforma Agraria, como herramienta legal contra el latifundio y para
garantizar el acceso permanente a la tierra para la mayoritaria población
campesina, se instalara legal e incluso constitucionalmente.- Sin
embargo, se calcula que, sólo durante la (larga) dictadura stronista, 12
millones de hectáreas se convirtieron en “tierras malhabidas”.-
Entre otras formas espurias que adopta ese proceso en las
últimas décadas está la “venta de derecheras”, es decir la adquisición ilegal
por parte de empresas, inversionistas o “colonos”, de los derechos que los
campesinos pobres poseen sobre las tierras que usufructúan. Este allanamiento
de los beneficiarios legítimos de la
Reforma a tal cesión se obtiene por presiones, no siempre
meramente en términos de violencia económica, sino en muchos casos abiertamente
de violencia física.-
Una forma común, a caballo entre estas dos, consiste en la
fumigación de los campos sojeros que paulatinamente rodean las tierras del
pequeño campesino, con herbicidas que terminan arruinando los cultivos de este
y, consecuentemente, su sustento.-
Todas estas, como se dijo, son realidades cotidianas y
conocidas por todos en Paraguay, la cuestión es qué actitud o, mejor, qué
partido se toma ante ellas.-
Lugo.
Tal vez no sea tan ampliamente aceptado, aunque no es menos
verdad, que el ex obispo Lugo sólo pudo quebrar los largos años de dominación
del partido “colorado” (con dictadura o con “democracia”) en las elecciones del
2008, porque su candidatura coincidió y confluyó con una muy fuerte ola de
luchas campesinas, una ofensiva de las más fuertes llevadas adelante por el
campesinado desde la caída de la dictadura.- Insistimos en ello,
Lugo no habría podido acceder a la presidencia del Paraguay si no hubiera sido
impulsado por una formidable ola de luchas populares, principalmente del campesinado.-
La propia alianza inicial que impulsó su candidatura la
realizó con un grupo de organizaciones de ese origen, a partir de la relación
que había construido desde su lugar de obispo de la iglesia católica en una de
las zonas centrales y emblemáticas de las luchas por la tierra.
Así, en una entrevista del 2007 con Heinz Dieterich para
Rebelión, el entonces “candidato presidencial del
Movimiento Tejojoyá” declaraba: “Si queremos tener
una paz social tenemos que pasar por una reforma agraria integral y las tierras
mal habidas tienen que pasar a manos de sus legítimos dueños”.-
Por su parte, el mencionado Movimiento Popular Tekojojá,
base inicial de esa candidatura, en sus Ejes Programáticos, sostenía: “Será eje importante del nuevo modelo económico, una
revolución agraria que consistirá en impulsar cambios en la estructura de
propiedad para eliminar los latifundios y facilitar el acceso de la tierra a
quien la trabaja, la superación del monocultivo por la vía de la
diversificación productiva, y con los métodos de producción sustentable, que
deje para el pasado la vulnerabilidad del sector; la promoción de esquemas
productivos que preserven la vida de la población, el territorio, el agua y el
aire, la diversidad biológica y cultural”.-
Como ejemplo de lo que ocurrió, mencionemos que a principios
de 2007 la figura de Lugo competía, con cierta desventaja, con la del ex
general Oviedo en las intenciones de voto de las zonas rurales, aunque ya se
afianzaba en las ciudades; sin embargo, cuando llegaron las elecciones el voto
del campesinado se había volcado mayoritariamente hacia su figura y resultó
decisivo.-
Ahora bien, en la misma entrevista, luego del punto, Lugo
continuaba: “Pero, aquí la oligarquía terrateniente
tiene un poder tremendo”. Y ante la pregunta: ¿Y
tú te atreverías?, mostraba una de sus características “definiciones”: “Yo creo que sí”.-
Este Lugo dubitativo es el que ejerció la Presidencia en el
Paraguay y así actuó permanentemente.-
Pues bien: no. No se atrevió. Como tampoco se atrevieron sus
aliados de Tekojojá ni ninguno de los que fue adquiriendo a lo largo de su
camino a la presidencia.-
Y no sólo no se atrevió: a poco de comenzar su gobierno
declaró que la Reforma
Agraria era cosa del futuro, del lejano futuro.-
Maniobró y “cooptó” para desarmar y desactivar el gran
movimiento de masas que avanzaba con el campesinado.- Gestionó
cuatro años de “crecimiento económico” de la mano del reinado despótico de la
soja transgénica.- Dejó intacta la estructura de la propiedad de la
tierra y tantos campesinos sin tierra como cuando asumió.- Mantuvo
incólumes e incluso fortaleció los aparatos políticos, judiciales y represivos
que custodian el saqueo, el robo de tierras, la violencia asesina e impune de
los cuerpos de “seguridad privada” de los latifundistas que permanentemente
ejecutan campesinos.- Fortaleció los históricos vínculos oficiales de
las fuerzas represivas policiales y judiciales con el poder genocida del estado
colombiano.- Sostuvo todos y cada unos de los “programas de ayuda y
asistencia” de los EEUU en territorio paraguayo, incluidos la USAID y el Plan Umbral, que
son amos y señores de buena parte de los programas que llevan adelante
ministerios como el de Justicia, poderes como el Judicial o el Ministerio
Público o las múltiples ONG’s que pululan a su pródiga sombra.-
Declaró dos veces el Estado de Excepción (de Sitio) al
sólo efecto de permitir al Ejército operar abiertamente en las zonas campesinas
conflictivas, anunció su intención de modificar la legislación para poder hacer
esto último sin necesidad de declarar la Excepción y mantuvo todos los puestos y
destacamentos militares que custodian las estancias y los campos sojeros en el
interior del territorio paraguayo.- Impulsó y promulgó la “Ley antiterrorista”,
(igual que acá en la
Argentina ), es decir la conocida ley-formulario que impone el
imperialismo vía GAFI, cuando durante su campaña política había obtenido
prestigio y renombre justamente durante las movilizaciones populares que habían
impedido su puesta en vigencia con anterioridad.-
Traicionó, entre otros, a 6 dirigentes campesinos que habían
contribuido, en algunos casos directamente, a los primeros pasos políticos del
entonces Monseñor, permitiendo su extradición desde Argentina y entregándolos a
una condena “cantada” y amañada, que resultó de 35 años.- Esto
obviamente con la complicidad activa del Gobierno Argentino que no dudó en
entregarlos a la Justicia
facista paraguaya.-
Siendo administrador de este orden de cosas, aceptó la
responsabilidad en general de la represión que, con numerosas víctimas fatales,
cientos de detenidos y procesados y decenas de presos políticos
populares, en diversas ocasiones se descargó sobre las luchas sociales y
políticas y, en particular, por la respuesta policial y militar a la
consolidación de la existencia del EPP (Ejército del Pueblo Paraguayo) que tuvo
sus puntos más oscuros en las más o menos abiertas ejecuciones de dos de sus
miembros y de un tercer militante al que se le atribuyó pertenencia al mismo
(esto sin mencionar la ejecución de un joven sordomudo al que se tomó por
miembro del EPP y por el que se pretendió la impunidad que esa pertenencia
supondría).
Etc., etc., etc.
El desenlace del interregno luguista.
El penúltimo jalón de tan destacada administración fueron
los sucesos de Curuguaty.- Sucedió que Lugo y sus aliados creyeron que
lo más astuto para sus aspiraciones electorales para el año próximo era
contribuir a recrear el escenario de avance de las luchas campesinas, que
durante su gobierno como dijimos habían desactivado. Si bien las luchas y la
combatividad permanecen, ellos hicieron bien su trabajo: la situación ya no es
de avance, sino de resistencia y dispersión.-
Los verdaderos dueños del Paraguay advirtieron la maniobra y
respondieron montando provocaciones operadas por jueces y fiscales, contra los
sectores más combativos del los “sintierra”, campesinos organizados para la
recuperación de tierras “mal habidas”. El gobierno alcanzó a desmontar una
primera, en la zona de Ñacunday, Alto Paraná, pero fue inoperante ante la de
Curuguaty, Canindeyú. Allí, cediendo al pedido de un juez que decidió un
“allanamiento”, fueron enviados cientos de policías, encabezados por sus tropas
de elite, y la resistencia de los campesinos que defendieron su asentamiento y
su propia integridad física de la soberbia prepotencia de elite, culminó con un
tiroteo tan desparejo en potencia de fuego como en víctimas: 11 muertos
campesinos y 6 policías, entre ellos dos de los jefes de la fuerza especial.
Como se puede apreciar por las filmaciones, el enfrentamiento también fue desparejo
en coraje, en desmedro de la dignidad policial.
El último jalón del ex obispo fue reconocerse como ex
presidente. Los sucesos de Curuguaty y las vergonzosas “soluciones” de Lugo
(entregarle el mando de las fuerzas de “seguridad” a un político “colorado” el
Dr. Candia Amarilla, que venía de ser jefe de los fiscales paraguayos durante 6
años e infinitas tropelías y violaciones de los Derechos Humanos, con lo cual
además “ofendió” a sus aliados del Partido Liberal y lo dejó inerme ante el
golpe parlamentario; derogar una resolución sobre el funcionamiento policial
que incomodaba a la derecha represiva; condolerse de los policías pero no de
los campesinos, etc.) allanaron el camino para que una de las bandas políticas
que medran en el Paraguay se hiciera del gobierno y, en particular, para que el
sistema bipartidario se desembarazara de un intruso, si bien dócil,
exasperante.-
Lugo traicionó en esta oportunidad a sus deberes
constitucionales y, si eventualmente sintiera algún compromiso hacia ellos, a
sus mandatarios (votantes).- Se allanó a un golpe “institucional”, farsa
de juicio político que solamente no avergüenza a la clase política paraguaya,
que perdió la vergüenza hace mucho y nunca la volvió a encontrar.-
Perspectivas.
Las direcciones naturales del campesinado paraguayo, clase
decisiva y preponderante en el destino del querido y desdichado pueblo hermano,
han demostrado tanto defección como incapacidad para estar a la altura de las
circunstancias.-
Una parte importante se dejó “cooptar”, es decir canjeó por
prebendas personales, grupales o sectoriales, las tareas estratégicas de
profundización de la lucha y organización que requería la etapa de ascenso
previa al triunfo electoral del luguismo.- Contribuyó decisivamente a la
desmovilización, a la dispersión, a la pasividad del campesinado que se
evidenciaría (potenciada por la desmoralización política que transmitía la
cúpula luguista) en las jornadas destituyentes.-
Otra parte, más consecuente, no supo escapar a la lógica
dispersiva que impone la preponderancia de la lucha reivindicativa sobre la
política; no se decidió a pasar enérgicamente a la acción para, en primer
lugar, sentar las únicas bases que hubieran podido detener el contragolpe de
las estructuras del régimen y del sistema de dominación: la lucha abierta y de
permanente movilización del campesinado presionando sobre los centros del poder
político (se mostró en las últimas horas que el único temor de los políticos y
sus secuaces era el avance del campesinado hacia Asunción, temor rápidamente
desvirtuado).-
La situación no fue novedosa en la experiencia de las luchas
populares de Nuestra América. Es aquella que evidenciara un alto dirigente de
un partido de izquierda con gran ascendiente de masas al analizar el momento
del golpe de 1973 en Uruguay.- Él argumentaba, con mucha razón, que
erraban quienes criticaban a su partido por no haber llamado a una insurrección
de los trabajadores y el pueblo contra el golpe: “hacerlo era llevar al pueblo
a la masacre”, decía sensatamente.- Lo que omitía era que la
responsabilidad de los que se dicen revolucionarios o aun de los que pretenden
ser conducción política honesta del pueblo es prever y preparar.- Prever
los movimientos del enemigo, el desarrollo de los acontecimientos; y preparar
la única herramienta de victoria contra esas maquinaciones: el pueblo
conciente, movilizado, luchando, organizado tras sus vanguardias, sus
dirigencias, sus cuadros.-
Pero si se prefiere mentirle al Pueblo, desmovilizarlo,
desarmarlo, llevarlo por los atajos (sencillos, pacíficos, negociados, mágicos)
que prometen los “operadores” de la política del régimen, después, claro, no se
le puede pedir al Pueblo que riegue con su sangre el camino de la derrota que
ellos construyeron mientras, distraídamente, administraban “el estado de
cosas”, el sistema de saqueo de nuestras riquezas, los regímenes de gestión
política de los mismos.-
Mientras tanto, mientras los revolucionarios, los verdaderos
patriotas, asumen estas tareas y los posibilistas administran, la lucha de resistencia
de nuestros pueblos, del heroico pueblo Paraguayo y de su heroico campesinado,
continua infatigable y fatal.-
Allí está la última trinchera del Paraguay, allí están
nuestras esperanzas.-