Por Resumen Latinoamericano/Carlos Aznárez
10 de enero de 2015 -
Francia está convulsionada, surcada por la confusión e invadida por los
miedos (que casi siempre desembocan en comportamientos xenófobos), porque esta
vez la guerra que tanto provocaron y alentaron sus gobernantes ya no alcanza
para verla solamente en los televisores. Ahora las balas de un lado y del otro
resuenan en las calles de París y sus alrededores, y como no podía ser de otra
manera hay muertos. Algunos, como los colaboradores del periódico “Charlie
Hebdo”, masacrados en su lugar de trabajo. Otros, fusilados por la policía
francesa, que en su afán de “encontrar culpables” militariza con más de 80 mil
efectivos la capital y sus pueblos adyacentes.
Esta es la foto que muestra al mundo, en este particular principio de año,
un país que a diferencia de los Estados Unidos siempre se las ha arreglado para
disimular su afición a la violencia, y dentro de ella, las “hazañas” de años de
terrorismo estatal.
Francia, la de la guillotina en la que perdieron la vida tantos inocentes
(desoladoramente pobres la mayoría de ellos, que no tuvieron el más mínimo
derecho a la defensa). Francia, la de cuatro centenares de pruebas atómicas en
otros tantos sitios del planeta, contaminando y destruyendo el ecosistema.
Francia, la de las guerras imperiales y colonialistas en Argelia, en Chad, en
África y el Medio Oriente. Basta recordar el poderío militar francés, capaz de
arrojar al vertedero aquellas frases ilustres de “Libertad, Igualdad y
Fraternidad”, arrasando con sus uniformados poblaciones enteras, bombardeando
territorios muy lejanos de sus lugares habituales de residencia, torturando
salvajemente a los revolucionarios haitianos y argelinos, encarcelando por
cientos a militantes vascos, bretones o corsos (todos ellos, embarcados en
rebeldías independentistas), o exportando la doctrina militar de exterminio
hacia diversos puntos del planeta, como Argentina, por ejemplo, en que los
militares gorilas locales leyeron y releyeron manuales elaborados por sus
colegas vecinos de la Torre Eiffel.
El caso al que ahora se refiere con indisimulado morbo la mayoría de la
prensa corporativa mundial, no escapa a las generales de la ley. Un grupo
comando simpatizante de Al Qaeda o el ISIS (qué más da), irrumpe en la
redacción de un semanario humorístico y asesina a gran parte de la redacción,
algunos de cuyos integrantes eran conocidísimos por sus caricaturas y viñetas
cargadas de un humor irreverente, que a veces solía causar gracia y otras,
decididamente no. Se trata, desde ya, de un crimen brutal, pero no menos
importante que el de cientos de periodistas asesinados gota a gota en Honduras,
en México o en Guatemala.
Ahora bien, párrafo aparte merece este tipo de “journal humorístico” que,
como en el caso de “Charlie H.” la había emprendido desde hace varios años
-entre otros temas urticantes de los que les tocó burlarse- contra el profeta
Muhammad y por ende contra todo el Islam. Por ello, las amenazas les llovían a
granel, pero jamás pensaron sus directivos, que iban a ser víctimas de un
“jueves negro”.
Lo que ocurre es que en los tiempos que corren el humor no otorga luz
verde, y hay temas que no se pueden tomar en broma. Sobre todo, si ofenden la
elección religiosa de millones de personas en el mundo. Por un lado, porque si
bien es cierto que las religiones son generalmente manipuladas por los
poderosos o son parte importante del Sistema de opresión, en otras ocasiones,
como ya ha ocurrido con los movimientos cristianos latinoamericanos denominados
“del Tercer Mundo”, o con distintas experiencias del Islam, pueden ser
utilizadas como una herramienta de toma de conciencia y de lucha anticolonial.
Ahora bien, el grupo ultra que atacó las oficinas de “Charlie H.” no era
desconocido para la Inteligencia francesa, ya que varios de ellos, en ocasiones
totalmente distintas a las actuales, habían salido del país para formar parte
de las “milicias de la libertad” que intentaron, sin éxito, derrocar al
presidente sirio Bachar Al Assad. Otros, hermanos, primos o vecinos de estos
que ahora fueron fusilados por la policía francesa, habían combatido del lado
de la OTAN, en Libia y en Iraq. Equipados con armamento de primera tecnología,
ayudados económicamente por el dinero que depositaban en bancos europeos o de
Medio Oriente, jeques, emires o monarcas, pero también por no pocos empresarios
europeos. Los mismos que hoy se rasgan las vestiduras y claman al cielo por la
“libertad de opinión”, palabra que sistemáticamente les sirve para violarla y
perseguir a quienes la practican.
Hay un momento (lo mismo le pasó a los jerarcas de Washington) que el
Frankestein construido con tanto esmero y disciplina, decide caminar por pie
propio. Ya se pudo ver con los talibanes afganos, o con las mismas milicias
mercenarias en Libia. El denominado “Estado Islámico” no es otra cosa que eso,
y cuando se llega a ese punto, la guerra que antes era bien vista por la
codicia Occidental, se convierte en un akelarre de horror y miedo desesperado
en sus propios territorios. Se lo pudo ver y palpar esta semana, con los trenes
y el metro londinense interrumpidos por una simple llamada con “aviso de
bomba”, o en Madrid, con amenazas que mencionaban el 11/M de la Estación
Atocha, o en París, con el caso de “Charlie Hebdo”.
El gran problema es que los tiempos siguen cambiando para mal, ya que el
poderío capitalista en su afán de extender sus conquistas económicas sigue
apelando a invadir territorios que les pueden dar dividendos importantes, y
comienza a sufrir las consecuencias de una guerra asimétrica que muchas veces
se les escapa de la mano y les estalla en pleno rostro. Esto es lo que, sin
dudas, han provocado personajes siniestros como el ex presidente Nicolás
Sarkozy y el actual mandatario Francois Hollande. El primero fue el principal
instigador del brutal crimen del jefe libio Muhammar Gadafi, y en 2009 había
recibido en su despacho a uno de los yihadistas que ahora atacó la redacción de
“Charlie H.”. El mismo Sarkozy que en el colmo del cinismo ahora clama al cielo
señalando que “Los bárbaros están atacando a Francia”.
No se queda atrás el actual mandatario Francois Hollande, aliado
fundamental de Estados Unidos en cuanta tropelía se les ocurre emprender a los
genocidas de Washington y figura aborrecible por su prédica fascista contra los
inmigrantes de ascendencia musulmana.
Hacia ellos y no sólo contra los atacantes al “Charlie H.” (mercenarios
cómplices de su política imperial) deberían ir dirigidas todas las acusaciones
por lo ocurrido en estos días. Y sin embargo, como esos boxeadores que
demuestran tener buena cintura, ambos convierten la hipocresía criminal que los
arropa desde siempre en una carga de gigantesco victimismo. Muy sueltos
de cuerpo, convocan a “la unidad del pueblo francés” para “detener al
terrorismo”. Además, intentan convertir el ataque al “Charlie Hebdo” en una
excusa para blanquear cientos de asesinatos provocados por sus soldados
colonialistas en diversos países, y por último, convocan a una marcha de
repudio al crimen de los periodistas en la que participen la izquierda y la
derecha representada por ellos mismos. “Millones de franceses debemos salir a
las calles este domingo”, sostiene Hollande, cuando él y muchos de los
que lo acompañarán ese día callaron frente a las masacres de palestinos en
Gaza, o los ataques similares realizados por los mercenarios en Siria, Iraq y
el Líbano. Es fácil reclamarse ahora “víctimas del terrorismo”
y convertirse en blancas palomas de la “unidad y la tolerancia”. Son los
mismos que en estas tristes circunstancias desempolvan nuevamente la
bandera del chauvinismo anti musulmán, negándole a esa comunidad el derecho a
la educación, a la atención médica o el acceso a trabajos dignos. En fin,
excluyéndoles de la vida social, con expresiones de un racismo que en ese país
no es sólo privativo de la ultraderecha de Le Pen.
Por todo ello, sería loable que el pueblo francés exija en la calle el
castigo a los culpables de la masacre de “Charlie H.” pero también se pronuncie
a favor de la retirada de los militares franceses de las fuerzas de exterminio
de la OTAN, y deje de apoyar al paramilitarismo mercenario que tantos muertos
causa diariamente en Medio Oriente. La impunidad con que vienen actuando los
gobernantes franceses no puede ser premiada ni glorificada con la excusa de un
crimen brutal. Menos aún marchando juntos con quienes han provocado este estado
de cosas. ¿Qué se podría pensar si el presidente mexicano Enrique Peña Nieto
convocara en estos días a una manifestación junto a los familiares de los
estudiantes masacrados en Atyozinapa, para exigir justicia, cuando es el propio
poder gubernamental el culpable de esas muertes?
Unidad
reaccionaria en la marcha de París con nuevos “invitados” que fortalecen a la
derecha
Resumen Latinoamericano/Guillermo Iturbide/La Izquierda a Diario -
Como ya anticipamos en este diario, la marcha que finalmente tuvo lugar hoy en las calles de París en repudio al atentado contra la revista Charlielistas europeos, como Hollande, el expresidentte Sarkozy, David Cameron, Mariano Rajoy, Angela Merkel, autoridades de Turquía y muchos otros, se sumaron, como para que no queden dudas del contenido, hasta el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas.
No obstante, a muchos de sus participantes los puede haber motivado el
sentimiento de repudio a los atentados. Nada de esto interesa realmente a los
jefes de Estado de los países imperialistas más que el cálculo político de cómo
hacer pesar en la balanza haber encolumnado a millones de personas detrás de lo
más granado de la reacción mundial, mientras se diseñan y se escriben en estas
horas numerosas iniciativas de reformas a los sistemas de inmigración para
favorecer la expulsión de inmigrantes y refugiados y de ataques a las
libertades de reunión, organización y hasta, incluso, de expresión, mal que les
pese a los supuestos defensores de la libertad de prensa… siempre que esta
sirva para atacar a los sectores más oprimidos de la población europea.
Como señala The New York Times hoy, Hollande se reunió previamente
con el presidente de las instituciones de judías de Francia, donde le prometió
que, de ser necesario, sacaría el ejército a las calles para “defender” a los 500
mil judíos de Francia. A la manera constante del discurso de las potencias
imperialistas europeas, hay una campaña mediática feroz, “metiendo por la
ventana” un nuevo y muy importante matiz a la campaña reaccionaria islamofóbica
reinante: transformar el atentado en un “ataque antisemita” (utilizando como
pretexto hechos derivados, como el asalto por parte de los supuestos
perpetradores a un supermercado judío de París y el estallido de un coche bomba
frente a una sinagoga) y así salir a la defensa del Estado de Israel, el
gendarme número uno del imperialismo en Medio Oriente, que busca desde hace
tiempo legitimidad para escalar sus ataques militares contra la Franja de Gaza
y fortalecerse como agente regional del orden, en un momento en que EE.UU y la
Unión Europea necesitan poner orden ante la emergencia del Estado Islámico y la
debilidad general de los Estados en la zona. Ayer el presidente francés Manuel
Valls declaró que Francia ya está “en guerra” con el Islam radical.
Por otra parte la prensa europea está transformando los famosos dibujos
contra el Islam de Charlie Hebdo como un emblema legitimador para continuar y
profundizar su campaña racista. El hebdomadario satírico francés,
conscientemente o no, con este tipo de “humor” objetivamente venía llevando
agua para el molino de esta campaña ya antes de los ataques. La republicación
masiva de estas caricaturas a los largo de la prensa del continente está
pensada como un burdo gesto provocador de parte del “racismo de Estado” de los
países imperialistas contra los pueblos oprimidos de Medio Oriente, tratando de
cubrirse con el discurso de “llevar al extremo” la libertad de expresión. Al
mismo tiempo, según la policía, estas provocaciones ya han tenido sus primeros
resultados (como sucedió contra un diario alemán que republicó los dibujos)
llevando a ataques de menor escala atribuidos a grupos yihadistas, en una
espiral totalmente funcional a los interesas de la derecha islamófoba de
radicalizar los ataques contra los inmigrantes, los trabajadores y los pobres.
Hoy domingo, según The NY Times, el ministro del interior francés Bernard
Cazeneuve está avanzando en medidas de seguridad para controlar más aún los
flujos de información y datos vía internet y afiatar más el sistema de
espionaje y represión.
En su cobertura de la marcha de hoy en París, The Guardian cita fuentes francesas que estiman que fue
la manifestación más numerosa de la historia del país, con 3 millones de
personas en la calle, más que la que se realizó en París tras la liberación de
la ocupación nazi por parte de las tropas aliadas al final de la Segunda Guerra
Mundial.
El corresponsal del Frankfurter Allgemeine Zeitung que cubre la manifestación
escribe extasiado: “En la marcha por las víctimas de los ataques terroristas en
París las masas apenas se mueven. El estado de ánimo aparece más aliviado y
casi alegre. El hecho de que tantas personas hayan participado es un signo más
de esperanza”. El diario de los bancos de Frankfurt est
ablece la cantidad de participantes de la manifestación en 1,5 millones, la mitad de lo que dice el Guardian de Londres, y a renglón seguido publica una foto de Angela Merkel abrazándose con Hollande como en un gesto de “alivio”.
ablece la cantidad de participantes de la manifestación en 1,5 millones, la mitad de lo que dice el Guardian de Londres, y a renglón seguido publica una foto de Angela Merkel abrazándose con Hollande como en un gesto de “alivio”.
Continúa el diario alemán: “El Mekki, un químico de 47 años que trabaja en
una gran compañía farmacéutica francesa discute con una mujer de piel oscura a
su lado. La mujer le cuenta que en su trabajo fue cuestionada a causa de su fe
musulmana. “Sí, ya sé lo que quieres decir, pero hoy estamos unidos contra los
extremistas. La mayoría silenciosa dejó de ser silenciosa”, dijo el francés,
que nació en Marruecos y llegó a Francia con cinco años de edad. Su mujer
quería quedarse con sus tres hijos en el hogar, “tiene miedo”. Pero el padre
fue para demostrar presencia. Como miembro de la central sindical CGT participa
a menudo de manifestaciones rutinarias y organizadas, por trabajo o por
conflictos políticos. Pero hoy es diferente: “Se trata de nuestros valores, los
que los musulmanes aquí en Francia compartimos con todos los de los demás
países”, dice Mekki y añade que preferiría olvidar y hacer a un lado la
presencia del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a quien rechaza.”
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